En la mitología griega, los cíclopes eran unos gigantes con un único ojo en el centro de la frente.
El historiador Rober Graves propuso una teoría según la cual pudieron ser un gremio de la Edad de Bronce dedicado a la forja que, como homenaje al sol, llevaba tatuado un anillo en la frente.
Tradicionalmente se los divide en cíclopes hesiódicos, homéricos y los llamados cíclopes constructores, según la fuente clásica en la que aparecen.
Los cíclopes según Hesíodo
En su Teogonía, Hesíodo habla de la primera generación de cíclopes: Brontes, Estéropes y Arges. Los describe como monstruos horribles, semejantes a las rocas, con un único ojo bajo la ceja. Sin embargo, eran concocidos por ser unos excelentes artesanos.
Estos primeros cíclopes son hijos de Urano y Gea, hermanos de los titanes. Su padre los encadenó y los arrojó al Tártaro. Por indicación de Rea, Zeus los liberó. Como agradecimiento, ellos le regalaron el trueno y el rayo. También hicieron el yelmo de Hades y el tridente de Poseidón. Además se los considera los artífices del arco y las flechas de Artemisa.
Según Hesíodo, murieron a manos de Apolo, que quiso así vengarse cuando Zeus mató a Asclepio.
Los cíclopes según Homero
La segunda generación de cíclopes fue la que descubrió Odiseo en una isla remota en su viaje de vuelta a Ítaca, descrito en la Odisea. En esta obra, los cíclopes son descritos como gigantes fieros y asalvajados, que viven en cuevas en las montañas y se dedican al pastoreo.
El más grande y poderoso de ellos era Polifemo, hijo de Poseidón y de la ninfa Toosa. Fue a él a quien se enfrentó Odiseo, que le hizo perder un ojo.
Polifemo también es conocido por su historia de amor con Galatea. El cíclope estaba enamorado de esta nereida, pero ella amaba a Acis, un pastor. Cuando Galatea lo rechazó, Polifemo se vengó aplastando a Acis con una roca. La ninfa transformó la sangre de Acis en el río del mismo nombre, que baña las tierras de Sicilia.
Los cíclopes de Estrabón
Estrabón habla de un tercer grupo de cíclopes, famoso por construir muros. Estaban formados por bloques rectangulares de piedra pulida, tan grandes que los antiguos griegos creían que solo los cíclopes tenían la habilidad y fuerza necesarias para levantar estas estructuras.
Este tipo de murallas protegía ciudades como Tirinto y Troya. Las famosas murallas ciclópeas de Micenas aparecen también en El Corazón de Deméter, mi novela de fantasía juvenil. ¿Te animas a conocerlas?
